Los Caminos Del Odio

    Hace mucho tiempo atrás, una bestia invadió el Reino de Normandía infundiendo terror y destrucción. Se trataba de un dragón gigantesco de piel blanca. El Rey reunió a sus tropas y lo enfrento sin pensarlo, lo que causó falencias tácticas y cobró la vida de cientos de soldados que lucharon por defender a sus seres queridos. El ejército no logró vencerlo pero si debilitarlo lo suficiente como para que el dragón se refugiara en una cueva a las afueras del reino. El Rey estaba satisfecho, la gente lo admiraba y halagaba  por defender el reino con coraje y eficacia. Pero esto no era cierto, Víctor III fue un cobarde que se quedó en la última línea del ejército para no arriesgar su vida y se llevó el crédito de una victoria que no fue suya, sino de todos los valientes guerreros que se enfrentaron ese día contra la bestia. Víctor nunca los reconoció como héroes, ni siquiera a los soldados que ese día perdieron su vida en la lucha. El tiempo pasaba y nuevas noticias llegaban al reino, el nacimiento de la princesa Astrid hija de Víctor III y el nuevo apodo que las personas le otorgaron a la bestia por su aspecto deteriorado como un viejo sabio“El dragón ancestral”.

    20 años después en el festejo de las competencias entre soldados para ver quien es el más fuerte de ellos, Ulises, un guerrero vigoroso y valiente con una actitud carismática no pudo evitar enamorarse a primera vista de la princesa Astrid. Su belleza, su porte y simpatía impresionaron a Ulises que no dudo ni un instante en ir y presentarse, pero lo que el no sabia era que el corazón de la princesa le pertenecía a el. Ella se había enamorado de verlo en tantas competencias pero nunca se animo a hablarle ya que era un amor prohibido. Su padre, el rey, ya había elegido un pretendiente llamado Wolfgang. El era egoísta, tacaño, ambicioso y además su mal humor constante no causaba ni una pizca de amor en Astrid, pero así era la tradición en ese entonces. Ulises que tomo coraje, se dirigió hacia la princesa con intenciones de establecer una amena conversación. Wolfgang que andaba merodeando, se dio cuenta de las intenciones de Ulises y le ordenó que se alejara de la princesa, sino se las vería con el. Ulises no paraba de pensar en Astrid fue a buscar a su amigo, Alexander, un joven de su edad que perdió a sus padres durante la batalla contra el dragón y que creció cosechando un sentimiento de odio hacia la nobleza. Sus padres nunca fueron reconocidos como héroes por el rey. Alexander, era uno de los pocos que conocía con exactitud lo que paso el día de la invasión, ya que obtuvo el diario de su padre en el cual relataba lo sucedido antes de su muerte.

 

    Ulises le pidió que le ayudará a encontrar una forma de acercarse a Astrid. Alexander que soñaba con algún día cobrar venganza por sus padres, decidió matar dos pájaros de un tiro. Se le ocurrió una idea que no tardó en contar a su amigo: 

-Oye Ulises, tengo un plan pero es arriesgado.

-Dímelo.-Dijo exaltado-

-Si impresionas al rey tal vez te de la mano de su hija. 

-¿Pero cómo voy a lograr impresionarlo?

-Haciendo una hazaña. Ve y mata el dragón Ancestral que se encuentra en las cuevas afuera del reino, así lograrás impresionar al Rey y conseguir la mano de la princesa.

-Alexander!! Eres un genio!!—grito Ulises que derrochaba felicidad—. 

    Pero lo que Ulises no sabía era que su amigo no solo planeaba  vengarse de la bestia que acabo con sus padres sino  que también mataría a Elena una vez que estuviera con Ulises, ya que sería más fácil acceder a ella y así poder hacerle sentir al rey el dolor de perder a un ser querido.

    Sin dudarlo al día siguiente salieron en busca del dragón, sin saber las sorpresas que le esperaban. Una vez dentro de la cueva se encontraron al dragón gigantesco y tenebroso, y al noble guerrero Wolfgang. El mismo se encontraba ideando un plan junto al dragón para dominar el reino. 

    Alexander que era muy débil sé quedó fuera del enfrentamiento. Ulises que ya sospechaba hace tiempo lo que traía entre manos Wolfgang, desenvainó su espada y le advirtió que si se interponía en el combate no dudaría en asesinarlo. 

    Wolfgang cegado por su orgullo se lanzó sin pensarlo contra Ulises en un duelo que no sólo determinaría su futuro sino el del reino mismo. El combate fue digno de ver hasta para un dios, un duelo entre dos de los mejores guerreros de todo el reino que terminaría en una victoria reñida para Ulises que se encontraba malherido, pero al final logró imponerse y derrotar a Wolfgang.

  Ahora tocaba la parte más difícil, la lucha contra el dragón. Por primera vez en su vida presenció el miedo, miedo a morir en manos de esa bestia sin poder decirle a la princesa lo que sentía por ella, miedo a perder a su amigo y a todas las personas del reino. Pero ese miedo se convirtió rápidamente en valor y en un pestañeo se alzó y enfrentó al que podría ser su último oponente. Fue una batalla reñida pero en donde Ulises, gracias a su pensamiento estratega pudo usar el entorno a su favor ya que el dragón era gigantesco y no tenía mucha movilidad en esa cueva. Ulises que se percató desde que comenzó el combate, solo tenía que aprovechar su ventaja para ponerle el fin al duelo.

 

    No pasó mucho tiempo hasta que el rumor de que dos guerreros, Alexander y Ulises, derrotaron al dragón Ancestral. Y que el noble Wolfgang, futuro esposo de la princesa, había muerto. 

    El plan que propuso Alexander funcionaba a la perfección, pues el Rey le otorgó la mano de su hija al valiente guerrero Ulises y organizó su boda para dentro de poco tiempo. 

    Pero no todo era de color de rosas, faltaba el último paso para culminar el plan vengativo de Alexander, que con sangre fría tenía pensado envenenar a la princesa en su misma boda. 

     El día de la unión llegó, un día soleado y despejado, un día perfecto para recordar el resto de la vida; pero que en este caso no serían buenos recuerdos. 

     La boda se llevó a cabo, Ulises y Astrid los cuales irradiaban felicidad eran oficialmente marido y mujer. Pero eso no iba a dura mucho tiempo. Luego de la ceremonia, Alexander coloco las suficientes gotas de veneno como para matar un elefante en el vaso de Astrid. El banquete comenzó y entre tantas risas y gritos se hizo el silencio en solo un segundo. La princesa cayó al suelo envenenada y entre desesperación y lágrimas de su amigo Ulises, Alexander culminó su plan.